Ketchikan. Puerta de entrada a Alaska.

Paisajes excepcionales; la mayor colección de totems del mundo e infinidad de museos y centros culturales en los que se cuida la cultura autóctona: la amerindia.

Texto y fotos por José Manuel Beltrán.

Ketchikan fue nuestra primera parada, una vez zarpamos de Seattle, en este maravilloso crucero por Alaska. Esta localidad de E.E.U.U. se encuentra a la entrada del denominado Pasaje Interior, ruta habitual de los barcos de cruceros que atraviesan por entero el Archipiélago Alexander.

Esta pequeña ciudad, que los nativos autodenominan capital del salmón, puede acoger en su puerto hasta cinco grandes barcos de crucero, como así ocurrió a nuestra llegada. La ciudad aparte de su belleza natural, rodeada de montañas nevadas, tiene su enfoque principal hacia el turismo estando plagada de tiendas de joyerías.

No era mucho el tiempo que disponíamos (de hecho este sí que es un verdadero inconveniente cuando se viaja en crucero) así que, una vez desechadas las excursiones del barco, nos decidimos a realizar un recorrido singular, y además económico (33 dólares americanos) con el Duck Tour. El recorrido con este peculiar medio de transporte –es un vehículo terrestre con capacidad para unas 40 personas y además anfibio; es decir, está preparado para navegar por el mar- dura 90 minutos. Es aconsejable para una visión general de la pequeña localidad tanto en su interior como después, cuando se adentra en el mar y nos deja la perspectiva desde su estrecha y alargada ensenada.

Desde allí mismo podemos también realizar excursiones tomando un hidroavión, evidentemente más caro –entre 120 y 300 dólares para recorridos entre 15 y 25 minutos- tomando noción aérea de la localidad y de toda la bahía. Otro espectáculo sería el de los cortadores tradicionales de leña, al más puro show americano.

Recorrer la localidad a pie es muy fácil. Estamos en uno de los paraísos del pescado y de la leña y así nos lo recuerda la visita al Museo Histórico de Tongass. Dos tótems son los más famosos de Ketchikan: su águila, sobre el mismo puerto y el que da entrada a Creek Street. La calle de la Cala, esa sería su traducción, data de 1.919 y es un pasaje de casas de madera todas ellas situadas a lo largo de una especie de embarcadero a lo largo del rio. Allí, cuando estaba prohibido el alcohol, prosperaron los lugares de ocio y de vida alegre para animación de los leñadores y los mineros.

Todavía hoy, convertido en tienda y museo se puede acceder a una de las más emblemáticas: la casa de Dolly, casi al final del paseo. Hoy en día, casi la totalidad de las casas están preparadas para el turismo.
  

El shopping es la mejor forma de terminar con Ketkichan. Los precios, ahora que el euro está fuerte, para las prendas de abrigo: cazadoras, chubasqueros con forro, polares, sudaderas, etc… son realmente baratos. Puedes encontrar ofertas, y mira que mi ciudadana tardó mucho en encontrarlas, por 16 dólares americanos y las sudaderas por 6,99 dólares. Si efectuáis ruta de crucero, no lo dudéis, las compras deben efectuarse aquí (el lugar más barato) o, máximo, en Juneau (la capital de Alaska).

Seguiremos con más parada y fonda de este crucero por Alaska. De momento espero que hayáis disfrutado, con salud ciudadanos viajeros, de Ketchikan.

http://www.visit-ketchikan.com/