Los lugares de la antigua época romana, los baños turcos
que siguen funcionando, las herencias del gótico y del barroco y los recuerdos
arquitectónicos del Bauhaus, se encuentran unos al lado del otro. La actual
capital de Hungría, Budapest, puede estar orgullosa de tener dos lugares que
forman parte del Patrimonio de la Humanidad, UNESCO: el panorama de las orillas
del gran Danubio, desde 1.987, y la avenida Andrássy desde 2.002.
Llegamos a la ciudad el 23 de octubre, consecuencia de
nuestro recorrido en un crucero por el Danubio, cuando toda Budapest hervía en
la celebración de su Fiesta Nacional. El cielo, de un color gris plomizo, no
nos aventuraba disponer de las mejores condiciones para nuestras fotografías, aunque
lo que quedó en nuestra retina es difícil de olvidar. Será esta crónica una
breve pincelada de Budapest porque, ya os lo aseguro, la ciudad merece una parada y fonda mucho más amplia.
El Danubio, por medio de su gran cauce, y los puentes que
lo atraviesan, algunos preciosos como el de Las Cadenas, divide a la ciudad en
dos mitades. Con la orientación de su desembocadura, Buda se localiza en su
orilla derecha y, a su izquierda, Pest es la parte más monumental de la ciudad
con grandes avenidas como San István y la Andrássy, donde se ubican señoriales
mansiones.
Podríamos decir que es en la colina de Buda donde se
concentran los orígenes de la ciudad. Acceder a ella lo haremos atravesando el
elegante Puente de las Cadenas.
Construido entre 1.839 y 1.849, es el primero de estructura fija en ser
edificado. Su constructor, Adam Clark, se apostó que se tiraría al Danubio si
alguien encontraba algún defecto. Evidentemente lo cumplió: los leones no
tenían lengua. Subir a Várhegy, la colina del castillo, lo podemos hacer
andando o, mucho mejor, tomando el funicular de Budavári Sikió que nos dejará
en la plaza de San Jorge (Szent György) en la parte norte del Palacio Real
(Királyi Palota).
El recinto del Castillo de Buda, en todo lo alto del
barrio del Castillo, es uno de los monumentos más visitados de Budapest dado
que, como Palacio Real, es uno de los símbolos del país. Este barrio, donde
todavía algunas de sus calles permanecen empedradas, da cabida a la Galería Nacional, al Museo de Historia, a la Biblioteca Nacional, a la Farmacia del Águila Dorada, en la calle
Támok utca, que fue la antigua farmacia del castillo, y a tres famosas iglesias, entre las que
destaca sobremanera la católica de San
Matías o de la Coronación del Castillo de Buda, situada en la plaza
Szentháromság (de la Trinidad). A pesar de una importante reforma, a finales
del siglo XIX, la iglesia fue construida entre los siglos XIII y XV. En época
real se utilizó para la coronaciones reales, la última la de último rey de los
Habsburgo, Carlos IV, en 1.916. Al igual que en el resto de las iglesias de
Budapest, por sus excelentes condiciones acústicas, se celebran aquí conciertos
de música clásica. No os perdáis la oportunidad de asistir a alguno de ellos,
si tenéis tiempo suficiente.
Un buen strudet,
típico pastel húngaro, acompañado de un café caliente lo podemos saborear, con
un típico olor a cereza, en Ruzwurum, en la calle Szentháromság utca. Muy cerca
de aquí, al salir, si cumplimos la tradición de los estudiantes, podremos
acariciar los testículos de la estatua ecuestre de Andás Hadik, mariscal de los
húsares que luchó contra los turcos. La razón de que los testículos del caballo
estén tan brillantes es que es tradición entre los estudiantes sacarles brillo
antes de un examen. Nosotros también lo hicimos pues nuestro examen era seguir
visitando Budapest.
Nos dirigimos ahora a Úri utca, la calle de los Nobles. Es la calle más larga y antigua del barrio de Buda. Es cierto que la mayor parte de todo este recinto, incluido el Palacio, fue destruido por los bombardeos durante la II Guerra Mundial. La reconstrucción, a partir de 1.950, ha respetado su aspecto anterior. Fachadas góticas, como la casa Höbling en el número 31 o, de camino, al Laberinto de Buda, también podemos ver en la fachada del 19, un reloj de sol que parece una tumba. El Laberinto de Buda, a la altura del número 9, recoge ahora un pequeño teatro de marionetas. Se le denomina así porque da acceso a un entramado subterráneo de túneles que, además de servir de refugio en la II Guerra Mundial, fueron utilizados como bodegas y fuente de agua desde el siglo XVI.
Nos dirigimos ahora a Úri utca, la calle de los Nobles. Es la calle más larga y antigua del barrio de Buda. Es cierto que la mayor parte de todo este recinto, incluido el Palacio, fue destruido por los bombardeos durante la II Guerra Mundial. La reconstrucción, a partir de 1.950, ha respetado su aspecto anterior. Fachadas góticas, como la casa Höbling en el número 31 o, de camino, al Laberinto de Buda, también podemos ver en la fachada del 19, un reloj de sol que parece una tumba. El Laberinto de Buda, a la altura del número 9, recoge ahora un pequeño teatro de marionetas. Se le denomina así porque da acceso a un entramado subterráneo de túneles que, además de servir de refugio en la II Guerra Mundial, fueron utilizados como bodegas y fuente de agua desde el siglo XVI.
El Bastión de los
Pescadores, cuya
fachada principal paralela al Danubio tiene 140 metros, es una
estupenda atalaya donde divisar Pest donde destaca la vista del Parlamento. Sus
siete torres, terminadas en pico, representan a los siete caudillos húngaros
conquistadores de la patria. Se construyó en estilo neoromano, entre 1.895 y
1.902, en sustitución de los muros del Castillo de Buda. Su curioso nombre
viene dado porque, en la Edad Media, esta parte del muro fue defendida por el
gremio de los pescadores. Curiosamente, desde mitad de octubre hasta mitad de
marzo, se puede visitar libremente. En el resto del año, de 9 a 23 horas, hay que sacar
entrada.
Por desgracia, nuestro tiempo era más bien escaso. Nos hubiera gustado deleitarnos más en Buda caminando por la Moskva tér, donde se encuentra la puerta de Viena, la entrada medieval a la ciudad o, un poco más alejada, la Táncsis Mihály, repleta de bancos de piedra del siglo XVIII o, recorrer el barrio del Tabán y ascender a la colina Gellért, donde existe un curioso templo tallado en la roca y unos baños de origen
turco.
De nuevo, a los pies del Danubio, atravesamos el puente de las Cadenas para continuar, en línea recta, hasta la Catedral de San Esteban, ya en Pest. Pero será esta otra ciudad, Pest, el motivo de nuestro siguiente post porque, ya sabéis, el Danubio y los puentes que lo atraviesan son el nexo de unión de las dos ciudades que forman Budapest.
Bella, bellísima ciudad... o dos ciudades, en cualquier caso tenemos que volverr pues nos falto tiempo para darnos un baño en algun spa y también contemplar detenidamente esos monumentos que tan maravillosamente has descrito.
ResponderEliminarBesitos especiales par ti compañero de viaje.
Me encantó esta ciudad cuando estuve y tienes razón, los pasteles están buenísimos, también fuimos a Ruzwurum a comerlos, jejejeje.
ResponderEliminarLa verdad es que le disteis un buen repaso a la ciudad!!! Un abrazo. ;-)
Mi querida Nuria,
ResponderEliminarNo hace falta que me hagas tanto la pelota. Volveremos, seguro que volveremos y te podrás dar tu bañito en la Isla Margarita. Un besito también para tí, querida Emperatriz.
Hola Babyboom,
¿Verdad que están buenos los pasteles?. Todavía queda más repaso, pues falta Pest. Lástima que pillamos todo muy nublado pero, eaa, que se la va a hacer.
Un besazo, ciudadana viajera, nos vemos en FITUR.
Preciosa ciudad y con tu relato haces que nos enamoremos más de ella. Es un destino que está pendiente de visitar y con ganas de conocer.
ResponderEliminarSaludos
Que gracia me ha hecho lo de acariciar los testículos del caballo, me ha recordado al toro de la bolsa de Nueva York
ResponderEliminarUn saludo viajero! te añado a mi lista de blogs
Bienvenido, cincuentones, a esta tu casa. El destino, ya te lo aseguro, no te defraudará y me alegra que ese enamoramiento sea a través de mi relato.
ResponderEliminarGracias por tu enlace.
Hola Raquel,
Creéme, los testículos están tan sobados que el bronce parece oro. Gracias por el enlace. Nos seguimos leyendo.
Me ha encantado este artìculo. Nunca he estado en Budapest pero a raìz de lo que escribes, creo que voy a tener que ir y pronto, por el momento esperarè la segunda parte de este artìculo. Un abrazo y muchas gracias, tu trabajo es fantàstico y envidiable.
ResponderEliminarSara m.
Hola José Manuel,
ResponderEliminarHace unos años estuve unos días visitando la ciudad. Me gustó en especial la visita al Parlamento, que además era gratuita, el puente principal, que estaba todo engalanado y por supuesto las vistas que se tienen desde la otra orilla de la ciudad.
Un abrazo.
Hola prestiti on line,
ResponderEliminarLa segunda parte, al regreso de FITUR. No tardes en visitar Budapest porque, de verdad, merece la pena. me alegro que te haya gustado el artículo y, por supuesto, me gustaría volver a verte por esta, tu casa.
Hola Víctor,
ResponderEliminarLas vistas, desde Buda, extraordinarias. El Parlamento, que imita al de Londres, es precioso y todos sus puentes tienen un atractivo especial. Y no digamos sus famosos baños.... Un abrazo, ciudadano viajero. Gracias por comentar.
Me fascinan los puentes y el de Las Cadenas me pareció una maravilla. Estupenda entrada, a mí me encantó la ciudad, pero hace muuuchos años que fuí, me gustaría volver, y al leertemehan dado aún más ganas. Enhorabuena por el relato!
ResponderEliminarAsí me gusta; aparte de leerme te entran ganas de viajar. ¡Perfecto, misión cumplida!. La verdad es que Budapest merece ser visitada, una y otra vez...
EliminarGracias por tu comentario, ciudadana viajera...