Erotismo en el parque Vigeland. Oslo.

Por José Manuel Beltrán.

Un parque, construido para albergar la obra escultórica de un artista. La representación del ciclo de la vida, la relación entre la mujer y el hombre, las variadas fases de nuestra existencia; en definitiva, la vida cotidiana a través de la visión de su creador: Gustav Vigeland.

Pocos, muy pocos diría yo, son los que todavía se extrañan, o incluso repudian, al observar las maravillosas estatuas griegas o romanas con sus genitales perfectamente modelados. Torsos desnudos, modelos de Venus que nos muestran la cuasi perfecta creación del cuerpo… esculturas, pinturas, obras de arte en lo que lo erótico es una demostración de lo cotidiano de la vida.

El extenso y popular Parque Vigeland, también llamado Parque de las Estatuas, con una extensión de 32 Ha., se sitúa en el distrito de Majorstua Frogner al oeste de la ciudad. En el diseño de su conjunto, realizado también por el propio escultor, se localizan cinco partes plenamente diferenciadas a lo largo de un pasillo o avenida central de 850 metros de longitud. La Puerta Principal, de Kirkeveien, con un espléndido forjado; el Puente con el parque infantil, donde destaca su barandilla de granito; la Fuente, la meseta del Monolito y la Rueda de la Vida.

El granito, el hierro forjado y el bronce son los elementos empleados para el modelaje de sus más de 200 obras en las que el autor ha representado el origen y el desarrollo de la vida del hombre: el nacimiento, la infancia, la adolescencia, el primer amor, la madurez, los hijos, la familia, la vejez y la muerte. Una de sus obras, “Livshjulet” “La Rueda de la Vida” representa como ninguna esta fusión: formando un círculo se entrelazan cuatro figuras adultas y tres infantiles.

Si cabe, lo más espectacular es la meseta del Monolito, “Monolitten”. Emplazado sobre una gran plataforma, en la que a su alrededor se sitúan 36 obras de granito, se yergue en el centro una columna –de poco más de 17 metros- seccionada de la montaña en un único bloque. En ella están talladas 121 imágenes en relieve, de nuevo todas entrelazadas, y que ascienden hasta la cúspide culminando en la figura de un niño.

Diecinueve años de trabajo, de 1924 a 1943, por lo que fue un pacto al haber sido derribado su estudio primitivo por el Ayuntamiento. A cambio de la realización del parque, y la donación de todas sus obras para la exposición en el mismo, el Ayuntamiento le construyó un nuevo estudio. Fue el boceto de una de las fuentes, para mí de gran belleza, lo que animó al Ayuntamiento de Oslo a confiar en el artista. La existencia del hombre, su vida sobre la tierra, sus relaciones y actos. Es imposible que te sientas como el “Sinnataggen”, otra de sus más célebres creaciones que representa el enfado de un niño. No, Vigeland está para disfrutar y…. del erotismo, ya hablaremos otra vez.  

Es así que esta es una visita obligada en el transcurso del agradable paseo que se puede realizar por la ciudad. Sin duda se ha convertido en una importante atracción turística; popular porque, además de que el parque se encuentra abierto al público durante todo el año, es gratuito. Para su acceso, recomiendo utilizar su transporte público. Tomar el autobús número 20, o el tranvía 12.  

Sí, no me olvido de ti: Salud, ciudadano viajero.