La decoración de “nuestro” planeta, Tierra, es realmente
espectacular y en muchas ocasiones me pregunto si realmente nos lo merecemos.
Quienes se toman el viaje como una forma de placer y de disfrute, más allá del
egoísmo de su propio cuerpo, pueden expresar sus sentimientos ante la
arquitectura, la pintura, la música o cualquiera de las artes. Sin embargo, en
mi opinión, todos estos sentimientos trascienden mucho más allá de lo material
cuando se trata de admirar a la naturaleza. Es aquí cuando la emoción puede
superar límites inalcanzables.
Eisriesenwelt es una de esas maravillas naturales.
Localizada en los Alpes austríacos, y de forma más concreta en la localidad de
Werfen, muy cerca de Salzburgo, a simple vista es imposible darse cuenta del
espectáculo que podemos presenciar. Acceder a esta gruta helada debe hacerse
después de tomar un teleférico, que parte de Werfen, después de una pequeña
caminata de unos 20 minutos. Es recomendable tomarle, aunque también se puede
acceder a lo alto mediante un sendero. Eso sí, tardaréis como hora y media en
llegar.
Por ella discurre el que se considera como el mayor
glaciar subterráneo conocido del planeta. Para preservar al máximo las
condiciones naturales de la cueva no existe ningún tipo de iluminación en su
interior. A los visitantes, siempre en grupos reducidos, se nos facilita unas
lámparas que nos hacen sentirnos como unos auténticos aventureros. Realmente
espeluznante la experiencia.
La apariencia de la cueva va cambiando su aspecto
consecuencia del propio deshielo y modificándose con nuevas formas,
por mor de nuevas corrientes de agua, del viento que penetra en la cueva y
de las bajas temperaturas.
Su extensión conocida alcanza más de 40 km., sin embargo nuestra
visita durará poco más de una hora para recorrer, a veces por empinados
caminos, una distancia de poco más de 1 km., siempre de forma guiada. Obvio es que se
hace necesario entrar con suficiente ropa de abrigo dado que en su interior la
temperatura no superará los 0 grados y, como colofón final, podremos disfrutar
del patinaje sobre hielo en una pista natural al terminar el recorrido, todavía
dentro de la cueva.
Os aconsejo utilizar el enlace directo para confirmar los
horarios. Normalmente está abierta desde primeros de mayo a últimos de octubre,
desde las 9,00 hasta las 16,30. El ticket valía 19 euros (actualizar este dato
con el enlace) e incluye tanto la entrada a la cueva como el acceso al
teleférico.
Todavía recuerdo con emoción nuestra subida al Jungfrau, en Suiza, pero realmente esto es espectacular. No os lo perdáis, ciudadanos viajeros, siempre con salud, por supuesto.
Me encanta visitar tu blog,enriqueces mi vida con tus entradas.
ResponderEliminarBesitos querido amigo.
Muy interesante esta visita. Desde luego que queda anotada para cuando me acerque por la zona...
ResponderEliminarUn saludo
Vaya, tiene que ser espectacular visitar este glacial subterráneo, no sabía de su existencia así que gracias por compartir tu experiencia con todos. Un saludito. ;-)
ResponderEliminarEs mejor que ir a los bares de hielo que hay en algunas ciudades del mundo.
ResponderEliminaryo no soy muy amigo del frío. No se como lo llevaría.
Realmente precioso
ResponderEliminarRealmente precioso, había oído hablar de este bonito lugar, que describes tan bien que parece que lo estoy viendo.
ResponderEliminarMe gusta tu blog de viajes.
Saludos ciudadano
pienso que estas haciendo una labor extraordinaria,para todos los viajeros,descubriendonos esos sitios tan bonitos.gracias
ResponderEliminarSiento el retraso en contestar; por suerte estábamos de viaje.
ResponderEliminarGeni: Tu si que eres maravillosa por leerme.
Helena: Anotalo bien porque merece la pena.
Babybom: Espectacular, grandioso, fascinante... sin palabras
Ulises: Conozco el Ice Bar de Copenhague y, efectivamente, no tiene nada que ver con esta maravilla.
Paco Piniella: Lo es, Paco, lo es.
Demofila: Bienvenida de nuevo ciudadana, esta es tu casa. El lugar es maravilloso.
Les Barraques: Gracias Carmen. Ahora estoy preparando los últimos lugares visitados, que tu también conoces, como Bratislava, Budapest y Viena.
Besos y abrazos para todos y muchas gracias, ciudadanos viajeros.