viernes, 11 de octubre de 2013

Viena: el Landstrasse y Karlskirche, conceptos antágonicos del arte.


por José Manuel Beltrán.

Un paseo por el peculiar barrio de Landstrasse y la visita a la iglesia de Karlskirche nos mostrarán dos conceptos antagónicos del arte y la belleza. 



 Pasear hoy en día por la vieja ciudad imperial, visitar no tan solo sus clásicos museos sino también otros que apuestan firmemente por opciones artísticas más rompedoras; observar como su abundante arquitectura barroca se entrelaza con la contemporánea y disfrutar del despertar de sus calles, sobre todo cuando cae la noche, nos hace pensar que Viena se ha reinventado.

Si existe un lugar representativo de esta renovación arquitectónica, más allá del trazado de las antiguas murallas de la ciudad, ese es el distrito y barrio de Landstrasse, al sur del casco antiguo y donde históricamente ha vivido la clase obrera. Prepárate para apreciar una nueva perspectiva de Viena. Para este paseo, que os sugiero sea a pie, comenzaremos en la intersección de las calles Löwengasse y Kegelgasse, más en concreto entre los números 34-38 de esta última. Para llegar podéis tomar la línea 1 del tranvía, parada Hetzgasse.



Hundertwasserhaus es un edificio singular y colorista, obra de Friedensreich Hundertwasser, que más bien parece haberse copiado del dibujo de cualquier niño de primaria. El artista, a la vez escultor, arquitecto y pintor, ha plasmado la creatividad en todo el conjunto: los suelos nos son rectos, apreciaremos como de dentro de las ventanas aparecen árboles, no existen líneas rectas y, en todo el exterior, nos asombraremos con el colorido y formas fantasiosas. Lamentablemente solo podemos admirar su fachada dado que se trata de un edificio habitado de viviendas sociales, construido entre 1.983 y 1.986.



En su pequeña plaza, generalmente abarrotada de turistas, si podemos visitar un pequeñito centro comercial decorado con el mismo estilo: el Hundertwasser Village.



También podemos visitar, en Untere Weissgerberstrasse núm. 13, el Museo dedicado al artista. El edificio, de la misma singularidad que los anteriores, está compuesto por azulejos, cristal, madera, metal y, por supuesto ladrillos. Mantiene una colección permanente y, en otras dos plantas, las temporales. Los comienzos del artista parece que no fueron fáciles; no me extraña, al igual que te pueda ocurrir a ti. Lo que no me cabe ninguna duda es que, primero, para juzgar hay que conocer y Landstrasse se merece una visita.



Karlskirche: la iglesia dedicada a San Carlos Borromeo.



La belleza del clasicismo barroco de Karlskirche es un contrapunto perfecto al arte del Landstrasse.



En la parte sur de Karlsplatz, a muy pocos metros de los límites del Ringstrasse, se erige esta maravillosa iglesia de estilo barroco en la que, desde el exterior, destaca su enorme cúpula flanqueada por dos columnas decoradas con unos preciosos relieves, inspiradas en las columnas de Trajano.

Mandada construir por Carlos VI, en 1.716, fue diseñada por Johann Fischer y, a su muerte, terminada por su hijo Joseph Fischer en 1.723. Observando su fachada central bien podríamos decir que estamos ante un templo griego.

 

Sin embargo, nada más traspasar su umbral, nos asombrarán los bellos frescos pintados en los 1.256 m2 de su cúpula, por Johann MichaelRottmayr. No te extrañe observar como una inmensa torre metálica, de 32,5 metros de altura, se instala en su interior. Toma su ascensor y elévate hasta su cúpula para poder observar con minuciosidad, al alcance de la palma de tu mano, cualquier tipo de detalle de sus frescos que vienen a representar escenas de la vida de San Carlos Borromeo. Te puedo decir que es ¡impresionante!.






Por hoy dejamos esta bella ciudad, aún cuando nos queden muchos más capítulos para realizar más paradas, para describirla, para descubrirla y para seguir apasionándonos con ella; eso sí, no sin antes desearos, como siempre, ¡Salud, ciudadanos viajeros!.

3 comentarios:

  1. Estos rincones de Viena merecen una visita que yo particularmente disfruté muchísimo. Gracias por contarlo mi ciudadano viajero.

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  2. No he estado en Viena pero ésta que nos muestras es la menos conocida y no por ello la menos interesante, a ver si me animo y voy, la tarta Sacher me vuelve loca, je je. Un saludo.

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  3. Un ejemplo maravilloso de como pueden evolucionar las ciudades. Viena clásica y Viena actual fantástico binomio

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