Enterrado en la
arena durante siglos y a punto de ser tragado por las aguas por la construcción
de la gran presa de Asuán. El Tesoro de los Faraones, sigue en pie.
En ocasiones el destino nos ofrece paradojas difíciles de
entender. Los veinte años que se tardó en construir este majestuoso templo,
allá por el 1284 aC.,
no son nada comparado con el tiempo que ha permanecido enterrado en la arena
durante siglos. Mandado construir por Ramsés II, en realidad son dos templos,
excavados en la roca. Uno de ellos, dedicado al propio faraón, como Dios del
Sol. El otro, dedicado a su primera esposa y preferida, Nefertari.
Fue gracias al suizo Nurkhard cuando, en 1.813, los
templos se descubren parcialmente. Cuatro años más tarde, el italiano y también
explorador, Giovanni Belzoni, saca a la luz el resto del complejo.
Curiosamente, tras tantos siglos escondidos en la roca y
enterrados por la arena, entre 1.964 y 1.968 y gracias a fondos internacionales
hay que desmantelarlos para evitar que quedasen bajo el agua, consecuencia de
la construcción de la presa de Asuán. Intervienen ingenieros de todo el mundo,
con una importante aportación española. Durante más de cuatro años, los templos
se despiezan para ser de nuevo ensamblados en un lugar seguro y a 65 metros de altitud
sobre la presa.
Quienes conozcan Madrid habrán oído hablar del complejo
del Templo de Debod, muy cercano a la Plaza de España y a la Rosaleda. Lo allí
instalado es totalmente original. Fue donado por el gobierno egipcio en
agradecimiento a los servicios prestados por la reconstrucción del Templo de
Abu Simbel.
Son millares los ciudadanos de todo el mundo, por ende de
muy diversas y variadas nacionalidades, los que han visitado “in situ” esta
maravilla arquitectónica bien sea en el recorrido por carretera (dista unos 1.100 km. de El Cairo) o como
escala de un crucero por el gran Nilo. Ahora, después de haber pasado ya por
varias localidades de Portugal y tras su exposición en Sevilla, le toca el
turno a Marbella. Hasta el próximo mes de setiembre, en las instalaciones del
Palacio de Ferias y Congresos, se puede visitar una muy fiel reproducción del
mismo realizada a gran escala por Hany Mostafa.
Comenzamos por su fachada y sus imponentes cuatro
estatuas, todas ellas representando a Ramsés II. Una de ellas, parcialmente
destruida en su mitad superior como consecuencia de un terremoto. A sus pies,
sin que superen las rodillas del gran Ramsés, observamos otras pequeñas
estatutas representativas de los miembros de la familia, incluida su esposa
Nefertari. En la parte superior existe un friso compuesto por 24 babuinos con
los brazos extendidos representando la adoración al sol.
Sin embargo lo que resulta más curioso es la interpretación
de la historia según Ramsés. "De casta le
viene al galgo", añadiría yo, y así se ha seguido a lo largo de la historia.
Los bajorrelieves de esta sala, donde resalta su colorido, representan escenas de
la victoria y de las luchas y batallas del faraón contra sus enemigos. Una de
ellas se refiere a la batalla de Qadesh (1274 aC), contra los
hititas, y hete aquí que realmente no hubo vencedores ni vencidos pues se
acordó una alianza de paz.
La segunda sala, algo más estrecha que la anterior pero de
mayor colorido, se soporta sobre cuatro pilares y está dedicada en exclusiva
para Ramsés y su esposa Nefertari. Y al fondo, la sala de oración o santuario.
Esculpidos en la roca, sobre su negra pared, se nos presentan las imágenes
sentadas de Ramsés II, en el centro, flanqueado por el dios Ra, Amón y Path,
este último dios de las tinieblas.
Al igual que ocurre con otros monumentos funerarios, véase nuestro artículo sobre Brú na Boinne (Irlanda), el fenómeno del sol tiene su gran importancia. Sesenta y un día después del solsticio de invierno, el 21 de octubre y el 21 de febrero, los rayos del sol penetran por su entrada hasta llegar a la sala del santuario. Será Ramsés II, junto al dios Ra y Amón quienes queden iluminados realzando su poder. La única figura que seguirá quedando en la oscuridad será la del dios Path, dios de las tinieblas, sentado en el extremo a la derecha de Ramsés II.
Al igual que ocurre con otros monumentos funerarios, véase nuestro artículo sobre Brú na Boinne (Irlanda), el fenómeno del sol tiene su gran importancia. Sesenta y un día después del solsticio de invierno, el 21 de octubre y el 21 de febrero, los rayos del sol penetran por su entrada hasta llegar a la sala del santuario. Será Ramsés II, junto al dios Ra y Amón quienes queden iluminados realzando su poder. La única figura que seguirá quedando en la oscuridad será la del dios Path, dios de las tinieblas, sentado en el extremo a la derecha de Ramsés II.
Estupendo reportaje que a buen seguro invitará al visitar esta réplica del templo. Como siempre felicidades por este artículo mi ciudadano viajero referido.
ResponderEliminarEs realmente muy interesante esta exposición. Si estuviéramos cerca no dudaríamos en ir a visitarla.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Nuria. Cierto es que el original es más impactante, !bueno, todo lo original lo es! pero el trabajo aquí realizado esta muy bien hecho y nos retrotrae a los buenos momentos vividos....
ResponderEliminarHola cincuentones,
ResponderEliminarGracias por tu visita y la lectura del artículo. Sin duda, no os defraudaría...está todo muy bien logrado...
Salud, ciudadano...
Hola,
ResponderEliminarHe estado en el original y es impresionante, desde luego que esta replica es una buena ocasión, para hacerse una pequeña idea de como es este templo.
Saludos
Tiene pinta de ser una exposición muy interesante.
ResponderEliminarMe llevaron mis padres de niña a Egipto, y es un lugar que me maravilló y al que seguro volveré.
Un saludo familia
Impresionante reproducción !! ...
ResponderEliminarLas originales realmente me encantaron donde disfrutamos del espectáculo nocturno que es realmente alucinante!!! ... qué pena que Egipto esté pasando por éstos momentos tan "complicados" y no sea tan seguro ir a Egipto porque volvería sin pensármelo!.
Saludos. Alfonso.
Podéis pasaros por mi blog de viajes: www.thewotme.com