“El lugar donde sopla el viento del norte”. Tan preciosa
frase no es, ni más ni menos, que el significado generalmente aceptado de “Skagua”, nombre original dado por los
nativos Tinglits a una de las ciudades más antiguas de Alaska.
Cuando el impresionante Star, de Norwegian Cruise Line
(NCL), atracó en el pequeño puerto de Skagway más de 2000 pasajeros nos
preparábamos para el abordaje pacífico, no de otro barco, sino de una localidad
que no supera de forma permanente el millar de habitantes. Skagway, una de las
ciudades más antiguas de Alaska, era el penúltimo destino de nuestro itinerario
del crucero “Glaciares de Alaska” en el extremo norte del Pasaje Interior.
Fue William Moore el primer pionero extranjero establecido,
allá por 1.887, y descubridor a la postre de la ruta del White Pass, camino del
Klondine. Diez años más tarde su objetivo se cumplió. La llamada del oro
descubierto atrajo al lugar a infinidad de aventureros de tal forma que, en
octubre de 1.897, lo que era una aglomeración de tiendas de campaña paso a
estructurarse como ciudad, con un excelente diseño de calles, tiendas, salones
y casas de juego y una población de alrededor de 20.000 personas.
La ciudad se recorre andando, de forma plácida y
tranquila. Sus únicas cuatro avenidas perpendiculares al puerto: Alaska st.,
Main st., State st., Brodway st. y Spring st., son atravesadas por otras 23
calles en el clásico y sencillo organigrama urbanístico americano. De la 1st.
Ave. a la 23rd. Ave., se nos mostrarán amplias parcelas de terreno con casas
construidas no más allá de dos pisos. En parte de sus avenidas principales es
peculiar andar sobre sus aceras, completamente de madera como si todavía
estuviésemos en el Oeste americano. Atravesando las vías del famoso White Pass
Rail, del que escribiremos en otro artículo, puedes acceder en pocos minutos al
Lago Dewey o, en dirección contraria, a la cascada del Lao Icy. Como decía en
otro artículo, Alaska es naturaleza en estado vivo.
En Brodway Av., se localizan los más importantes
establecimientos; muchos de ellos conservados desde sus orígenes. Las oficinas
del White Pass & Yukon Route (1898), Washington Fruit Store (1899), Bowman
Barber Shop (1897), Boss Bakery (1897), el Mondamin, el Pacific y el Golden
North Hotel (1898) y, sobre todo junto con el Mascot, el famoso primer burdel
de Skagway: el Red Onion Saloon. Allí, en su planta baja, solo se servía
alcohol por las chicas, aún cuando en el piso superior ofrecían sus mejores
favores en habitaciones privadas, previo pago de $5, preferiblemente en oro. Ahora
es casi parada turística obligada donde puedes tomarte un “tentenpié”, café,
cerveza o licor, servidas por las señoritas con sus típicos vestidos. Puedes
subir al primer piso, ¡que no se preocupe tu pareja!, solo harás un pequeño
recorrido turístico.
Son muchas los establecimientos donde poder hacer tus compras, aunque si hemos de recomendar mejor lo haríamos en Juneau o en Ketchikan. Sorpresa muy agradable fue el encontrarnos con dos jóvenes parejas que, por su forma de hablar, nos resultaba reconocible. ¡Españoles!, Sí, si, ¿y vosotros también, verdad?. Pues nada, a celebrarlo, los únicos seis españoles en Skagway no pueden desperdiciar la oportunidad de tomarse una cervecita; y es que…. estamos por todas partes. Después de este paseo compramos los tickets en M&M Tours, en la esquina de Spring St., para el famoso tren que nos condujera por Yukon Route, a través del White Pass, hasta alcanzar el Lago Bennet, ya en Canadá. Pero este será tema de un nuevo artículo, queridos ciudadanos; así que solo me resta, como siempre, desearos SALUD.
Otros artículos relacionados:
Ketchikan, puerta de entrada a Alaska.
Juneau, capital de Alaska.
!Por fin, por fin! nos lo has contado. Sí, el encuentro con estos muchachos sevillanos para más señas, nos produjo una gran alegría ya que llevabamos varios días sin ver ni escuchar nada español. Nos sentíamos como exploradores en busca de oro jeje. Ese pequeño pueblo podría ser el perfecto escenario de cualquier película del Oeste. Y allí estaba ese tren que nos llevaría al otro lado de la frontera dónde los lagos se multiplican. Besitos ciudadano viajero
ResponderEliminarHola Nuria,
ResponderEliminarEs verdad que, a tantos kilómetros de distancia, lo que menos se espera uno es oír español en una calle de Skagway. El mundo es un pañuelo y hay que disfrutar de el en cada momento. El pueblo me recordaba una serie de televisión: Doctor en Alaska. Aquello es tal cual.
El artículo para descubrir oro está en la cocina... Un poco de paciencia, ciudadana...