
No se trata de transcribir aquí la vasta historia del
templo aunque, como es natural, es imprescindible dar unas pequeñas pinceladas.
Aún cuando su origen se remonta al siglo VI, cuando el misionero Agustín desembarca
en Canterbury para iniciar la conversión de los anglo-sajones en lo que vino a
ser una simple abadía. No es hasta 400 años después, en 1.070, cuando empieza a
ser reconstruida como catedral por el arzobispo Lanfranco, designado por el
duque Guillermo. Posteriormente se han producido incendios, reconstrucciones y
ampliaciones hasta lo que hoy es el inmenso templo, sede del arzobispado
primado de Inglaterra, cuna de la historia de Inglaterra y el más importante
centro de peregrinación cristiana de la isla y, por supuesto, Patrimonio de la
Humanidad.