Por José Manuel Beltrán.
La espectacular
desembocadura del río Bidasoa configura una frontera natural entre España y
Francia. Del lado francés, Hendaya; en la otra orilla, con el colorido de las
casas del Barrio de la Marina, Hondarribia. No darse un paseo por esta bella
localidad es algo más que cometer pecado venial.
Quedaron muy atrás los tiempos en que la ciudad se veía
continuamente atacada, asediada e incluso sitiada. Desde 1.280, cuando las
tropas del rey francés Felipe III “el
Atrevido”, en guerra con el castellano Alfonso
X “el Sabio”, lo intentan sin éxito; hasta la más reciente de 1.836, en la
que es atacada durante las Guerras Carlistas por los británicos. Sin embargo,
su asedio más famoso, como consecuencia de “La
Guerra de los Treinta Años”, se produce el 1 de julio de 1.638 por parte de
las tropas del rey francés Luis XIII.
No es de extrañar que, todos los años, sus habitantes –el pueblo en pleno diría
yo- conmemoren y celebren la resistencia que durante dos meses hicieron de la
ciudad. “Muy noble, muy leal, muy
valerosa y muy siempre fiel”. Ese es el título que ostenta esta preciosa
ciudad al que se une una celebración digna de vivir: El Alarde.